María Verónica Cienfuegos

Me “exiliaron” en Antofagasta justo cuando venía la época de las elecciones, el año 88. El viaje de estudios era en diciembre, yo estaba en segundo medio, nos íbamos a La Paz, Bolivia. Mi papá me había pagado todo por adelantado. En Antofagasta había terminado mi último examen, promedio 6.5, iba bajando por la Avenida Prat, y había una cuestión del Fasic, entro, y de repente me encuentro con una revista, y leo: “María Verónica Cienfuegos, una hija, París, Cuba, ejecutada”. Era un Rebelde. En ese minuto vivía en la casa de mis abuelos en Antofagasta, vivía mi tío con su mujer y sus cuatro niños. Yo llego a la casa después de haber caminado mucho y me siento en el mesón de la cocina, tenía dieciséis años. Mi tía estaba haciendo unos fideos de espalda a mí, y le digo: “Oye Flora, ¿te puedo hacer una pregunta? ¿Tú me puedes decir en qué cementerio está enterrada mi mamá?,  ¿en el Católico o el General?”. Y claro, mi tía no había ido nunca al cementerio, no tenía idea. Yo no sabía que mi mamá era ejecutada política, se supone que mi mamá se había muerto en un accidente automovilístico y de ahí nunca más se habló de ella. Yo le dije que sabía que a mi mamá la habían matado, que quería saber dónde estaba para ir a verla. Y ahí ella me cuenta que estaba con mi tío Pato viendo las noticias y sale que mueren dos extremistas en un enfrentamiento en San Joaquín en la calle Rivadavia, que apareció el nombre de mi mamá, y que mi tío se había puesto a llorar súper desesperado porque no sabían qué hacer.

Después le pregunto a mi abuela paterna y se pone a llorar y me dice: “No, yo no te puedo hablar de estas cosas, por ningún motivo”.  Entonces yo le dije a mi papá que no iba al viaje de estudios porque tenía una cuestión de scout y que me tenía que ir a Santiago, callada. En Santiago fui al Cementerio General. Todos ya me habían mentido, todos sabían que mi mamá era ejecutada política. Mi bandera de lucha en la Alianza y mi fundamento de izquierda era mi tío, no mi mamá. Y en esa época no tenía mucho acceso a la información.

Relatado por Sylvana Fuentes, hija de María Verónica Cienfuegos.