Me lleva a la cárcel pública

Llego a Santiago en silencio y parto donde mis amigos, y me dicen que ya sabían que mi mamá había sido ejecutada. ¡Todos sabían! Yo no entendía por qué no me contaron. Mi papá fue capaz de silenciar a una generación completa, a familias completas. ¡Por qué nunca me dijeron! Todavía eso lo tengo un poco pendiente. Cuando llego donde la Nati, la hija de la Érika Chanfreau, ella se hace cargo. Teníamos la misma edad y vivimos juntas en París. Me lleva a la cárcel pública, a la Mapocho, donde estaban detenidos todos los sobrevivientes del MIR. Cada uno me habló de mi mamá, me entregaron cosas, cartas, etc. Entré y todos me estaban esperando. Ahí empecé a reconstruir la historia, y el Carlos Insunza por su lado, con la Nati, fueron las dos únicas personas de mi generación que me ayudaron. Ni el Marco, ni ninguno de los que estaban súper posicionados fueron capaz de entregarme información. Nadie quiso hacerse cargo, nadie se metió. Carlos y la Nati sí. Empezamos a recorrer por partes hasta que la encontré. La encontré en el patio San José. La estaba buscando por la lógica familiar, porque la habían enterrado en un nicho que era de mi tío abuelo, donde estaban sus hermanos y unas primas también. Estaba con su familia del lado de mi tío abuelo, del esposo del hermano de mi abuela. Cuando la encontré fui a la cárcel, hice una tremenda limpieza de amigos, me vinculé a los “huerfanitos justicieros”, a los hijos del MIR. Los “huerfanitos” se lo puse yo para desperfilar la cuestión, era mucho menos doloroso y la primera reunión que tuvimos nos pusimos un nombre. Yo digo “Mi mamá no me da manjar Colún”, y quedó como talla. Me vinculé con ellos.

Relatado por Sylvana Fuentes, hija de María Verónica Cienfuegos.