Ninguno estudió Ingeniería

Al principio, yo en realidad me metía poco en la política. Me ayudaron a meterme Enrique con la Isabel. De hecho, me mandaron a Cuba a hacer trabajo voluntario. Cuando volví, era un poco más consciente. Antes me dedicaba a ir a esquiar, a salir y no me metía mucho. Además, yo venía saliendo de la Escuela Naval. Y Enrique con la Isabel, mientras yo estaba en la Escuela Naval, ya habían participado en toda esta cosa de Allende. Porque Allende vivía al lado de mi casa. Entonces todo este movimiento se pasaba a mi casa y de mi casa, a la casa de Allende. Hubo gente del MIR que alojaba en mi casa cuando estaba clandestino. Y ellos veían eso.

En los años 69 y 70, yo no estuve en mi casa. Y fue entonces cuando ellos vivieron un proceso de transformación. Yo estudiaba en la Escuela Naval. Es que en esa época no había conflicto con la Escuela, y mi papá había sido hasta guardia marina (y había hecho el viaje, no en la Esmeralda, en esa época estaba, no sé qué barco era porque se hundió). Y la Escuela Naval tenía la característica de que los tres primeros años era superior en matemática que cualquier otro lado. Además tú entrabas directo a la universidad sin hacer la Prueba de Aptitud Académica, como era en esa época. Entonces la idea de mi papá, que trató de imponerle a Enrique que no quiso y después me la metió a mí, era que yo saliera en tercero para estudiar Ingeniería como él. Yo siempre decía “Voy a estudiar lo que mi papá era”. Ninguno estudió Ingeniería.

Pero después de años, mis hermanos me ayudaron a salir de ahí. Era caro el negocio porque tú dejabas un cheque en blanco ahí y tenías que pagarlo. Cuando salí de la Escuela Naval, recién ahí entré al Instituto. Como Enrique, Roberto y mis primos habían estado en el Instituto, a mí me dio que yo tenía que estar en el Instituto y me metieron. Y mi vida empezó a cambiar.

Relatado por Max Ropert, hermano de Enrique Ropert.