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La decepción del Patio 29
En todo este enmarañado que es el tema de la dictadura, a nosotros nos tocó que nos entregaran un cuerpo el año 94 o 95, y estaba dentro de un grupo de cuerpos mal identificados. Dentro de esos casos está el del documental Fernando ha vuelto. Eso fue brutal para mi familia. Todos sabían que había algo raro en la identificación, la historia no calzaba, pero nosotros ni siquiera lo cuestionamos. Yo no quise decir nada. Todos querían que aparecieran y cerrar los procesos; enterrar a una persona es cerrar un círculo, dejar de ser desaparecido, dejar de dar vueltas, pero fue brutal. Nos entregaron un cuerpo que había sido torturado brutalmente, tenía quemados los huesos por la electricidad que le habían puesto, quebradas todas las costillas y los huesos de arriba; no tenía ningún disparo de gracia, o sea, había muerto con sufrimiento. Hicimos el duelo con ese cuerpo, tratamos de sanarnos. Lo tocamos, nos despedimos, mi hija mayor que alcanzó a vivir eso, le iba a dejar flores al abuelo… Y yo al menos sentía que estaba sanándome, mi obra trabajaba también veladamente con ese momento, con el tema de hacer justicia. Y seis años después, sale en la tele que fue un error. La historia fue kafkiana: a mí me dio un ataque de asma, algunas esposas habían pedido enterrarse juntos cuando apareciera su marido, y los hijos creyendo que era el verdadero, lo habían hecho. Estuvimos como dos años en reuniones tratando de asimilar esto, te iban explicando el proceso de entrega, y cómo se iba a hacer. Estaba lleno de gente de edad, y pobres también que no tienen los recursos para poder entender la magnitud de la situación. Finalmente era puro llanto.
Cuando me entero de la otra historia, la historia que calzaba, a esa altura ya nadie quería saber nada. Mis abuelos paternos también se habían bancado la entrega de este cuerpo, y después cuando se enteraron que no era, fue brutal para ellos. Fue un error haberles contado, fue un error del Instituto Médico Legal, miles de errores sucesivos, unos tras otros.
Relatado por Máximo Corvalán-Pincheira, hijo de Ricardo Pincheira.