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Los Aliagas
Sergio llegó como de 12 años a Santiago, el que estaba más chico era el Pato que tenía 2 años. Cuando trasladaron a mi marido, nosotros estábamos viviendo en un departamento en Viña que nos encontraron por la Caja de Previsión de Empleados Particulares. Era muy espacioso y lindo. Los niños estaban en el Seminario San Rafael en Valparaíso.
Me resistí a irme a Santiago por tres años porque tenía todo en la región: mi familia, mi cartera de clientes. Mi esposo viajaba los fines de semana a Valparaíso. Fue una buena época. Tenía más libertad, era rico; tú sabes el hombre llega a la casa a ordenar y, en esa época, cuando iba llegaba súper cariñoso. Pero al tercer año no me aguantó más. Arrendó una casa como seis meses antes para asegurarnos que íbamos a llegar. Estaba en la población Sebastian Bach, cerca de Carozzi, por Vicuña Mackenna. Las calles tenían puros nombres de músicos. Era una casa grande y bonita pero era provisoria porque el dueño la quería vender y era muy cara para nuestro presupuesto. Me dediqué por un mes a buscar una casa con todo el calor del verano santiaguino. En ese tiempo para optar a una casa tenía que ser nueva. Además, mi esposo me puso como requisito que tenía que ser en la zona oriente y teníamos un presupuesto. Yo quería una casa con patio, con dos baños y con buena movilización para los niños. Me costó harto encontrar la casa, pero encontré una en los Aliagas: era una casa con un antejardín, con tres piezas y dos baños para los niños.
Relatado por Magdalena Navarrete, madre de Sergio Reyes.