Sus cosas en una cajita

Ocupó la caja de su perfume Flaño –que nunca le faltaba– para guardar todas sus cositas personales. Le tengo mucho aprecio. Pero claro, después del 11, Lenin no salía con nada personal, salvo el reloj. Se sacaba incluso la argolla por precaución. Trabajaba en la clandestinidad, donde llamarse Lenin era muy peligroso. Ocupaba un carné falso con el nombre de Leonel, pero algunos le decían chascón. Nunca supe su chapa con exactitud y aún no lo he podido averiguar.

Lenin no era una persona de acumular cosas. Guardaba solo los objetos que tenían valor. Por ejemplo, la insignia de nuestra universidad en Moscú, las chapitas de un Congreso de la Federación Internacional de la Juventud, y otra que representa nuestro compromiso con Vietnam.

Yo guardo esas cosas y algunas otras:

Una boquilla de marfil que le regaló un amigo chino a Lenin.
Un banderín de la Mina Exótica. Lenin fue presidente del directorio durante el mes de la nacionalización del cobre, pactado finalmente el 16 de julio de 1971.
Su cigarrera, que fue un regalo, no la usaba, pero la conservo porque me trae alegría. Me recuerda la película Latinoamérica, continente en llamas en que Lenin apareció, y a su amigo Mario Silberman, hermano de David Silberman, también detenido desaparecido. Mario cumplía un cargo diplomático en la Embajada de Chile en Moscú y le echaba tallas a Lenin por la cigarrera cada vez que la veía.
Estas colleras las usaba ocasionalmente, solo cuando tenía que vestirse formal.
Un puro mexicano, recuerdo de su paso por ese país.
Y recuerdos de Moscú que se trajo Lenín cuando vivía allá.

Relatado por Pola Ramírez, Mujer de Lenin Díaz.