Todos aprendimos de él
Pedro siempre andaba tan olorocito, con ese olor a jabón, a recién bañado. Cuando estudió y trabajó, después de terminar la enseñanza media, se pagó un curso de sastrería, no sé si porque realmente le gustaba o porque podía hacerlo. De todas maneras fue un muy buen sastre. Además que las Juventudes Comunistas le enseñaban a ser el mejor en todo, el mejor estudiante, el mejor hijo, etc.
Estudió en el colegio cerca de la casa. La Escuela N°65. Hace dos años le pusimos a la calle del colegio calle Pedro Miranda. Era muy respetuoso, muy amable, siempre saludaba. Antes se hacía mucho caso a los padres, porque mi mamá era preocupada, la primera educación se empieza por casa y mi mamá fue empleada doméstica y trabajó con Pedro, le permitieron llevarlo al lugar de trabajo. Dice mi mamá que a veces le estaba dando de mamar, y cuando la llamaban tenía que soltarlo nomás y seguir haciendo su trabajo. Ahora que uno ha ido aprendiendo más sobre el apego entre madre e hijo en el momento de amamantar quizás mi mamá le transmitió muchas cosas a Pedro, la responsabilidad, el trabajo, etc. Por eso es que él como que nació así, siempre fue muy especial. Todos aprendimos de él, sobre todo los mayores que nos acordamos más.
Después en su trabajo, cuando ocupaba el cargo de delegado sindical internacional lo mandaban a regiones, eso lo que lo hizo madurar con muchos conocimientos, la escuela de la vida. Como a los 14 años hay una foto en la que sale con mi papá, cuando estaba de vacaciones de verano del colegio, lo acompañó a hacer trabajos de albañilería.
Pedro trabajaba de sastre por ahí cerca de la Población, entonces a la hora de almuerzo iba a la casa, se daba una ducha, almorzaba, le encantaba la comida que le hacía mi mamá, le encantaban los porotos con tallarines, se comía dos platos o más. Era bueno para comer.
Tenía una figura atlética, muy lindo físico. Medía como un metro 67, flaco, moreno. Tenía polola y muchas admiradoras, pero no alcanzó a dejar hijos, ni alcanzó a tener una pareja más estable, por la vida que llevaba.
Relatado por Rosa Merino, hermana de Pedro Merino