Los dos mayores, Jorge y yo, fuimos los pioneros en todo

Jorge nació en Antofagasta, es el segundo hijo de la familia. Éramos cinco hermanos, y resulta que de esos cinco quedamos cuatro. Los dos mayores, Jorge y yo, fuimos los pioneros en todo. A Jorge lo educaron en el colegio San Luis, se mantuvo en el colegio siempre. Yo pienso que en el colegio le puede haber pasado que la mayoría eran niños de estrato social más alto, aunque había un grupo de chuquicamatinos de la pampa, los primos, que estaban en el internado. Pero en su curso habían como 4 o 5 niñitos diferentes. Jorge fue educado de manera diferente, un niño que era el que menos te imaginarías que iba a ser revolucionario del MIR, no era de armas, era de intelecto. Con su piel blanca, muy parecida a mi sobrina Canela. A Jorge siempre lo asocio con El Principito, porque desde mi infancia íbamos a Chuquicamata y este paso del mar al desierto es igual a como lo dibujó Antoine de Saint Exaspery… Íbamos a Chuqui a ver a mi abuelita, porque Jorge era asmático. Recuerdo que él fue bien enfermo, era el más patiperro, a pesar de que mi mamá nos crió en la casa, cerca de la iglesia de Providencia, por la calle Matta, derecho hacia arriba, entre Ossa, Matta y Méndez. Ahí nos criamos. De ahí nos fuimos a vivir un tiempo a una población que se llamaba Corvali Nueva, estuvimos tres años después del Golpe y después nos vinimos a vivir a Viña del Mar. Él era el más delicado, físicamente éramos distintos, yo soy muy parecida a mi papá y él parecido a la estructura de mi mamá, que era de piernas gorditas, muy bonitas, y Jorge sacó esas piernas. Yo soy de patas chuecas y en esa época que se usaba la mini, como todos le decían qué tenía linda piel, yo le ponía vestidos. Cuando jugaba a las muñecas, yo le ponía los delantales míos para que fuera mujer también.

Él empezó con el tema de la tos y el asma y estaba mucho en cama, jugaba en la cama con pelotitas, soldaditos y esas bolitas de vidrio que le compraban. Jorge nunca jugó a la pelota en la infancia, después en el colegio hacía deportes. Éramos más amantes de cosas artísticas como cantar, dibujar, más que de la lectura, aunque Jorge era pésimo para dibujar, tenía pésima letra, tanto así, que mandaron a llamar del colegio a mi mamá porque encontraron que había una cuestión extraña en sus dibujos, que eran demasiado infantiles, precarios. No tenía la noción de perspectiva, y hacía unos dibujos chiquititos en un lugar de la hoja. De las peleas que yo recuerdo, algunas eran porque Jorge tenía las orejas grandes, y se le notaban más con el corte de pelo que le hacían a lo garzón, y yo le decía el elefante o el burrito orejón y me pateaba y se enojaba. Después empezó a ir al San Luis y parece que se burlaban de él porque era chico, pero después cuando se desarrolló era más alto que yo, tamaño medio. Teníamos hartos conflictos antes de la adolescencia, mi mamá nos hacía competir, yo repetí tres veces y me hacían competir con Jorge. El era más responsable. La Graciela recuerda que Jorge leía escondido en su dormitorio, uno nunca lo veía leyendo, pero la Chela era su regalona, además que se parecen más físicamente. Eran más cercanos y curiosamente ella recibe la carta en que el MIR nos avisa de la muerte de Jorge y que debemos ir a recuperar su cuerpo. Mi padre oculta la carta por un año, fue muy duro enterarse tanto de su muerte como del ocultamiento, siempre he querido creer que mi padre lo hizo por protegernos , que fue el último acuerdo que tomaron con mi hermano Jorge antes de irse y no regresar.

Relatado por Celia Vercelotti, hermana de Jorge Vercelotti.