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Nos ha costado mucho recuperarnos de lo de Pedro, a mí me pasa que tengo una depresión reactiva, cuando un recuerdo me gatilla la depresión. Cuando hay noticias con contenido muy profundo, cuando son hechos muy traumáticos, como cuando se reconoció aquí en Chile que los cuerpos del patio 29 del Cementerio General estaban identificados, yo estaba trabajando, y justo en esos días, el 2005, el ministro que llevaba la causa de mi hermano nos había llamado para contarnos el avance de su situación y ahí nos contó historias bien trágicas, que tuvo que investigar en Colonia de Dignidad y entre esas 40 mil fichas que encontró habían varias fichas que eran de mi hermano, de interrogatorios que le hacían, y la duda que siempre va a quedar es si lo mataron en Colonia de Dignidad o si lo tiraron al mar en Quilpué, porque el primer lugar de tortura fue allá. Nos mostró fotos de la fosa donde habían desenterrado cuerpos que después habían quemado y las cenizas que tiraron al río Huentelauquén, entonces en esos días uno empieza con emociones contradictorias. En un momento uno está con toda la emoción de querer saber la verdad y también escucha cosas que no quiere escuchar. A pesar de que uno sabe que las noticias nunca van a ser buenas, uno quiere saber y uno tiene el derecho a saber qué pasó, entonces ahí me afectó inmediatamente mi salud, empecé con colon irritable. Estaba en la oficina y partí corriendo al baño de pura angustia a llorar, porque las lágrimas empezaban a caer nomás. Además está todo el cuestionamiento social del entorno, del trabajo, de la gente que a uno la conoce, el entorno familiar.
Yo trabajaba en la Junji, pero terminé mi trabajo a consecuencia de lo mismo que te contaba, cuando decidí hacerme un tratamiento a consciencia para sanarme, después me despidieron por esa causa, como estaba muy mal psicológicamente, fui a la Contraloría General de la República y resolvieron a favor mío, pero dependía de la institución si seguía ahí o no. Justo empieza el gobierno de Piñera y ahí ya no tenía fuerzas para seguir peleando tampoco. Por eso son depresiones reactivas.
El 2005, cuando se sabe la noticia del patio 29, ahí me vino de nuevo otro retroceso, porque yo decía que si aquí hay errores habiendo huesos, imagínate nosotros que después no tenemos nada, no sabemos si lo quemaron, si lo tiraron al mar, etc. Entonces hay que asumir la realidad y entender que es un proceso, pero como yo seguía trabajando, iba al médico, tomaba licencia dos o tres días y después seguía trabajando, nunca hice el proceso completo.
Y empecé con mucho sentimiento de culpa, que no era responsable en el trabajo porque tenía que faltar, escuchaba comentarios, me decían que tenía que tirar para arriba.
Relatado por Rosa Merino, hermana de Pedro Merino.