Estudiaban a Trotsky, a Lenin, la guerrilla y la lucha armada

Jorge empieza a militar en el MAPU de Antofagasta que era como una rama de la Democracia Cristiana, católica pero revolucionaria. A él lo echan del MAPU por radical y se pasa al MIR.

Al principio tenía reuniones en poblaciones muy arriba, pero a Jorge no le gustaba que yo fuera, me decía que no tenía nada que hacer ahí. A mí me encantaba estar con los niños de la población. En las reuniones organizaban estrategias para las marchas, para juntar plata y hacer actividades y después había unos grupitos que hablaban cosas más cerradas. Me acuerdo que hacían entrenamientos con linchacos, eran tan simples, pero se creían el Che Guevara en el barrio. Siempre me corrían por chica, eran medio machistas. Estudiaban al Trosko, a Lenin, la guerrilla, la lucha armada, y yo me burlaba de ellos. Me acuerdo de la última marcha de Allende, en Antofagasta, que fue después del tancazo y cantábamos “No nos moverán”. Yo después del Golpe lloraba acordándome de la marcha esa.

De ahí lo mandaron a Arica, porque él se estaba preparando para sacar al Trosko, estaba en una misión. Él fue varias veces a Cuba, pero yo sé porque él contó que estuvo y llegó con regalos, fue meses antes del Golpe. Dicen que fue cientos de veces a Cuba, entre el 72 y el 73, después del Golpe yo sé que él estuvo con los fundamentalistas de Europa, con los de la ETA en España, con unos en Francia, con otros de Alcaeda, Sirios… Me dijeron que a mi hermano políticamente hay que sacarle el sombrero, no fue cualquier cosa. Hay muchos que después del Golpe se quedaron aquí. Un Juan Carlos me escribió contándome la historia de Jorge, que fue de perfil bajo, callado, pero tenía sus misiones. Emérico García es el que entrenó en Cuba a Jorge. Hablé con él y me contó que había escrito la vida de él. Me nombró un montón de chapas de mi hermano, me habló de su trabajo intelectual, que era tranquilo, que no tuvo polola y que se dedicó netamente a la revolución, se enfocó en eso y tenía muy claro lo que tenía que hacer. Fue una de las personas que me dijeron que no tenía por qué tener pena por él porque estaba preparado para la tortura y para todo lo que le pasó. Y yo le dije que a pesar de que estaba preparado igual se siente, duele.

En Santiago ya no hallaba de qué disfrazarse, como cuando lo vieron con Miguel, cuando vinieron a la orquesta sinfónica, se publicitó que actuaba la orquesta sinfónica de niños de Antofagasta y él fue vestido de Franciscano.

En el año 75 no teníamos idea de Jorge. Jorge ya había avisado que ni se nos ocurriera buscarlo. Y Óscar, que era el vocero, nos decía que estaba bien, fuera del país y que ni se nos ocurriera mencionarlo, porque lo podíamos perjudicar. No teníamos ningún contacto, ninguna red porque en la casa nadie era político. Los que iniciaron en el MIR a mi hermano, como Manuel, tuvieron que salir volando, figúrate que a la esposa la detuvieron porque se le fue en un cuaderno una foto de Manuel, de casualidad en un bus. Ellos sobrevivieron, no se fueron, se quedaron acá. Y los cuatro amigos se fueron suicidando, quedaron todos mal de la cabeza. Manuel murió de cáncer hace como tres años atrás. Ella está viva.

Yo pienso que el Colegio San Luis influyó en la decisión política de mi hermano. Su primera etapa de vida escolar a la universitaria, tuvo un despertar social, porque después no quiso saber más de curas ni nada de eso, después de estar 12 años ahí. Uno reflexiona ahora y es rico saber que alguien fue tan valiente y consecuente en llegar al final, uno se considera cobarde al lado de él en la vida, tan temerosa de atreverse a hacer cosas. Pienso en la historia de la humanidad, reflexioné tanto, sobre las guerras y todos sus héroes. Me da pena que estén naciendo futuros guerrilleros que van a morir por una causa, quizás esta que se está iniciando ahora.

Relatado por Celia Vercelotti, hermana de Jorge Vercelotti