Retorno y reconstrucción

Al volver del exilio, a los 17 años, recién conocí a la familia de mi papá. Al volver, inmediatamente empecé a sentir todo el peso de la historia de mi papá, del país y del contexto donde estaba. Comencé a hacerme cargo realmente de toda mi historia en la adolescencia. Me puse a buscar detalles, a investigar, a establecer lazos con la familia de mi padre. Reconstruir su vida no fue algo natural, porque su familia era bien conservadora. Que se hubiese separado y tuviese un hijo fuera del matrimonio era una cosa bien extraña. Aunque hoy día parezca medio ridículo, para ese tipo de familia era casi inconcebible. De alguna manera, mi mamá –que había vuelto un par de años antes que mi hermana y yo, se comunica con ellos y les cuenta de su hijo–, aparecía como la culpable para ellos. También en el colegio había cosas que no podías preguntar. A diferencia de mi experiencia, a algunos familiares de detenidos desaparecidos a los que les tocó estar acá no les decían nada. A algunos les contaron cómo murió su papá sólo en la adolescencia, cuando ya tenían criterio.

En ese tiempo, también me junté con muchos de los amigos de mi papá. Él era una persona muy querida, tenía pocos amigos pero era muy querido.

Relatado por Máximo Corvalán-Pincheira, hijo de Ricardo Pincheira.