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Fue para el cambio de horario de verano
Conocí a Mónica a fines del año 69. En ese momento yo era junior de Cemento Polpaico. Nos casamos en el 72, yo tenía 25 años y Mónica 20. Nuestro primer hijo, Rodrigo, nació en el 72, ahora tiene 39 años.
Yo llegué a vivir con una tía en Santiago. Al principio mi tía vivía en Almirante Latorre, y luego se cambió a San Pablo por unos meses. Después entregaron esa casa en arriendo porque vendieron Almirante Latorre y necesitaban comprar una casa, entonces había un arriendo con promesa de compra en la calle Augusto Matte, casi con Carrascal, Quinta Normal. Ahí llegamos con mis tíos, y Mónica vivía en Augusto Matte, justo al frente de nosotros. Yo era alguien nuevo ahí, y parece que le gusté a Mónica, porque ella salía a la calle y se quedaba ahí. Cuando yo estudiaba de noche y llegaba como a las 22:30, ella estaba decididamente a esa misma hora afuera, y por unos meses no nos hablábamos, solo nos mirábamos. Yo la veía con su uniforme, ella estudiaba en el Liceo 15 de Quinta Normal, que está por Catedral. En esa época era el Liceo 9 de hombres en las mañana, y en la tarde era de mujeres.
Un día de octubre, cuando recién cambiaron la hora, nos cruzamos en Augusto Matte y ella me preguntó qué hora era, yo le dije la hora, y luego: “y sería tal hora antigua”. Después de eso nos empezamos a saludar. Ella tenía una amiga que vivía unas cuadras más allá y andaba con la amiga en esa oportunidad, eran muy amigas porque se prometieron que después, cuando se casaran, sus hijos serían sus respectivos ahijados, y así fue, ella se llama Lucía. Al día siguiente me dijo: “Acompáñame donde Lucía”, y ahí empezamos a pololear, en el año 69.
Relatado por Manuel Maturana, marido de Mónica Llanca.