Nos casó mi papá, él nos puso los anillos

Pololeamos poco con Juan, nos conocimos en octubre del 68. El 69 fue conmigo al Sur donde mi padrino. Después en marzo volvimos del veraneo a clases y se quería casar, y yo le dije: “¿Qué?”, si yo no pensaba en casarme. “Bueno, no te lo voy a pedir más”, me dijo. Y yo le dije: “Pero si no llevamos ni cuatro meses de pololeo, ¡cómo nos vamos a casar!”. Entonces, en marzo me insistió: “Bueno, yo me voy a quedar sentado esperando y cuando tú me digas Sí, nos casamos”. Y yo le dije: “Mira, yo no me pienso casar porque tengo muchos planes. Mi primera prioridad era ir a Europa y ya fui, después empecé esto y esto y quiero terminar la universidad”, porque estaba como en cuarto. Entonces eso de casarme no estaba en mis planes para nada, incluso yo fui muy rupturista siempre. Yo quería tener hijos cuando se me diera la gana, además en esa época recién se estaba usando la píldora anticonceptiva y había muchos mitos y mucha presión con el tema del sexo. Nos casamos en agosto del 69, porque cuando él me dijo en marzo que nos casáramos yo le dije que no, así que ya en julio, un día estábamos mirando el calendario y yo le dije “Mira, el 15 de agosto es feriado y es jueves. Le pedimos a la directora el miércoles y el viernes. Casémonos el miércoles 14”.

Armamos toda la cuestión, el politécnico tenía imprenta y ahí me hicieron las tarjetas que decían: “Te invito a una gran fiesta a la chilena”. No quería esas fiestas clásicas de casamiento, entonces yo le dije que me quería casar de rojo. Yo no usé rojo nunca en mi vida, y me casé con un vestido rojo corto que me mandé a hacer, y no por la Iglesia. Entonces fue como el terremoto cuando conocí a mi suegra como un mes antes de casarme, y le dije: “Mire señora, yo la vengo a conocer y a saludar, pero yo no la conozco a usted, entonces por respeto nomás pero yo no me voy a casar por la Iglesia”, ella al tiro preguntó por los anillos que tampoco teníamos. Si el día que nos íbamos a casar, Juan pasó al centro… Ella no quería saber nada con la gente de izquierda, entonces Juan no me iba a llevar a su casa. Fue para allá, estuvo sentada como una estatua, en toda la noche no habló con nadie. Nosotros nos casamos en el patio de la casa de mi mamá, fue un matrimonio muy especial porque había un congreso aquí de educadores y de dirigentes sindicalistas, y andaban por la Alameda en una gran cena, y uno de los dirigentes dijo: “¡Hoy día se casa Juanito!”, entonces terminaron de comer y llegaron como 80 delegados a la casa, con discurso y todo. Estaban los Inti Illimani y se pusieron a cantar canciones de la Revolución mexicana, y también de Perú y Bolivia. Entonces se para un tipo arriba de una silla a hablar de Pancho Villa, y después el boliviano se pone a explicar su país y en un minuto fueron todos los alumnos de mi escuela como a las 8 de la noche y había como 20 tortas porque una pura tía me trajo cinco tortas. Todo era como distinto para la gente, y nos casó mi papá, él nos puso los anillos.

En los años que siguieron había una efervescencia y Juan trabajando intensamente, incluso en el gobierno de Allende, en marzo del 73, estuvo de precandidato a diputado y un folclorista al que le decían Piojo Salinas, le hizo hasta una cueca. Con Juan nos veíamos muy poco porque era el más importante dirigente, entonces para verlo,  por ejemplo, cuando lo mandaban a un encuentro a Punta Arenas, tomábamos el tren en la noche para irnos juntos y mi hermano que era jefe de los parques nacionales de Temuco nos alojaba, y paseábamos el día domingo por Lonquimay y el volcán Llaima, le echábamos unas miraditas al paisaje.

Relatado por Anita Altamirano, esposa de Juan Gianelli Company.