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Desde el 11 de septiembre del 73 que andaban siendo públicos y clandestinos a la vez
Un día Juan llegó con la Alejandra López cuando era guagua, en brazos, muertos de la risa con Nicolás López, que se la habían robado a la mamá. Yo les dije si estaban locos, llegaron a mostrarme la guagua. Ellos estaban, yo creo, tan acosados, tan tensionados, que dormían mal, porque estaban haciendo una vida pública normal. Si como cinco de ellos alojaron en mi casa entre el 1 de julio y el 26 de julio. Incluso hicieron cosas incorrectas porque ya estaban demasiado presionados, si desde la noche del 11 de septiembre del 73 que andaban siendo públicos y clandestinos a la vez. Ese fue uno de los grandes errores del Partido Comunista, y yo cuando se los dije una vez casi me crucificaron.
Para el año 75, vino a Chile la OEA para ver los campos de presos, y toda la coordinadora sindical encabezada por el Partido Comunista, los demócratacristianos y los socialistas que seguían, organizan un acto en un estadio de la iglesia de Departamental, un acto masivo cuando no había permiso para hacer nada, y se colgaron unos lienzos y todo. Cuando se termina el acto, yo andaba con la guagua y Juan me empieza a hacer unos gestos con la mano para que nos fuéramos: “Pucha el revolucionario”, dije yo, “Si tú dijiste que venga toda la gente, yo vengo con mi hija”, y de ahí me tuve que devolver a la casa de mi mamá, dejar a mi hija, y volver al cuento sola, y Juan me decía que me fuera, entonces yo le decía “Para qué andan diciendo que nos reorganicemos, que reunamos a la gente, que salvemos y escondamos…”, porque eso hacíamos, buscar casa para guardar gente y todas esas cuestiones. Y en eso llegaron los carabineros y los tiras, pero como era una fiesta del tipo de las que se hacen en los colegios, no se llevaron a nadie, pero les echaron el ojo a todos porque ya los andaban siguiendo.
Relatado por Anita Altamirano, esposa de Juan Gianelli Company.