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Nuestras cosas
Para el golpe militar nos encontrábamos con Lenin donde mis suegros en Valparaíso. Quedamos atrapados allá. Las carreteras estaban tomadas desde un día antes. Mi suegro fue llamado por bando y tuvimos que salir de Valparaíso separados y ocultos. Mi suegro y Lenin entraron en la clandestinidad, y yo con mi suegra nos fuimos en tren a Santiago. Ahí nos volvimos a juntar con Lenin, sin embargo, no podíamos regresar a nuestra casa, andábamos con lo puesto y yo estaba embarazada. Nos echaron de varios lados y fue mi padre quien nos acogió.
Mi cuñado Galvarino nos dijo: “¿Pero cómo van a perder sus cosas?”. Entonces, entre un grupito de amigos de la Jota, nos motivamos y fuimos al departamento a sacar las cosas rápidamente. Los muebles que teníamos, la cajita de Lenin, el fajo de cartas, los diplomas y sus discos de vinilo que él valoraba mucho.
Sobreviven la caja y la maleta. Las cartas las tuvimos que quemar con el dolor de mi alma. Lenin me dijo que era peligroso, que no nos podían vincular, que era un riesgo para mí, así que accedí, lo mismo con los diplomas de Rusia, los cuales costó mucho quemar. Años después volví a Rusia y pedí los diplomas. Fue terrible quemarlos. Eran el símbolo de tantas cosas importantes. La maleta era la misma con la que regresé de Moscú. Ahí guardé toda la ropa de Lenin cuando desaparece. Le puse mucho quillay. Es raro, pero su ropa está intacta, sin polillas ni deteriorada. Esa maleta ya no existe.
Relatado por Pola Ramírez, mujer de Lenin Díaz.