+
Marcelo y Aminta
Mi mamá tenía 19 años, y mi papá era más viejo, entre comillas, y de hecho ellos pertenecen a dos generaciones militantes distintas, que después, además de la dictadura, eran distintas. Mi papá era comunista y mi mamá también. Mi mamá se hizo comunista y mi papá se hizo comunista. Se hicieron comunistas, ninguno de los dos venía de familias comunistas. Porque, por ejemplo, la primera esposa de mi papá, la tía Dora, la mamá de mi hermana, que es hermana de Cristina Carreño, una mujer que desapareció en Argentina y que la enterraron en el gobierno de la Michelle Bachelet, ellos vienen de una familia comunista de generaciones, de las salitreras, o sea, la abuela materna de mi hermana estuvo detenida en Pisagua en la época de González Videla. Pero la generación de mi papá, los comunistas de esa época, de los años 50 – 60, era distinta a la generación que militó en la Jota en los 70 en la Universidad Católica, eran dos mundos bien distintos. Los del 70 eran más lolos, más inocentes, vivieron los quiebres con el Partido Comunista en los años 80, eran menos ideologizados. Eran dos generaciones distintas y tuvieron que pelear más por recuperar la democracia, y no tuvieron mucha participación concreta y técnica en el gobierno de la UP. La generación de mi mamá fue una generación súper aperrada, súper resistente. Además, por un tema generacional, porque mi mamá, cuando mi papá desapareció tenía 25 años, imagínate, yo ya tengo 38. Mi mamá tenía 25 años y pasó ese quiebre entre la toma del PC por los familiares. Había un quiebre que tenía que ver con las estructuras sociales y también con las estructuras ideológicas. En la gente del PC había señoras que no aprobaban que las que buscaban a sus seres queridos, que eran cónyuges, pololearan, pincharan, que tuvieran una vida normal, entonces ahí hubo un grupo muy grande, donde también entró gente del PS y del MIR, ahí estas viudas jóvenes siguieron adelante y lucharon siempre, hasta el final, pero también fueron capaces de amar, de pololear, de enamorarse de nuevo, de tener más hijos, de trabajar, de vivir, de combatir y luchar toda su vida.
Relatado por María Paz Concha, hija de Marcelo Concha Bascuñán.