Nuestra dinámica familiar

Nosotros como familia decidimos recordar a mi papá de forma activa.
Siempre hablamos mucho del tema, hemos recordado, reconstruido y hemos estado muy activos en el proceso de búsqueda.

A veces a sido muy duro, porque es en esta búsqueda de cosas, en esto de ubicar gente que supiera algo de mi papá, que uno se encuentra con cosas difíciles de oír.
Tengo una serie de anotaciones en papeles chicos, grandes, hojas, etc. Registros de gente que había logrado estar con él.
En cada reunión uno iba con la expectativa de que te iban a dar el gran dato y finalmente lo que transmitían era el estado emocional en que estaba mi papá y eso era bien tremendo de saber.
Esa cosa  del destino inexorable, el sentido del deber que tenía, el cual yo siempre he comprendido.

Nunca se nos pasó por la mente irnos de Chile y siempre comprendimos a mi papá, y su decisión de quedarse y luchar, sabiendo que su decisión, la iba a mantener  hasta el último.
Él rescató a mucha gente. A varios les dijo que se fueran, pero para él esto no era una opción.

Para mi papá fue duro pensar en cómo iba a resistir.
Él se fue clandestino porque lo empezaron a buscar, lo hacían por oleadas.
Mi padre era comunista desde que vivía en Puerto Montt, también pertenecía al Comité Central del Partido, tenía responsabilidades políticas, era un militante.

En 1976 después de la caída de la gente de mayo  en lo que se conoce como el caso de “Calle Conferencia”,  él asumió la dirección del partido.
Ese tiempo fue muy duro, pues se dio cuenta que no había mucha salida a la situación que estaba viviendo.
Hacia el final debe haber sido muy difícil para él.

En esa época tuvimos muy pocos encuentros, algunas veces conversamos con él sobre la posibilidad de que lo fueran a tomar y él nos decía que si ocurría eso lo iban a matar y que no iba a entregar a nadie,
que se iba a poner una receta de queque en la cabeza, para no pensar en otra cosa más que en la receta.
Conversamos con ayudistas de mi papá en esa época y ellos nos contaban cómo mi padre se preparó  para soportar la tortura, para no quebrarse.
Una de ellas era enfermera,  la cual le decía qué tipo de dolor le iba a provocar cierto tipo de tortura, como por ejemplo la electricidad.
La referencia más cercana que tenía mi papá en cuanto a haber  sentido dolor eran los cálculos al riñón, de hecho se los habían sacado.
Él sabía que era un destino inexorable y quería soportarlo dignamente.

Relatado por María Luisa Ortiz, hija de Fernando Ortiz.