Es muy difícil sanarse

Yo leí un poema en la reconstitución de escena de los últimos minutos de mi padre. No recuerdo los nombres, pero en ese momento se entregaron seis personas. Fuimos justo cuando se cumplían los 40 o 39 años del Golpe. Llegamos donde estaba la fosa y estaba abierta, pusimos unas flores. Fuimos a la misma hora que fueron fusilados, fue el día 13 de septiembre a las 11-12 de la mañana, pleno día, y había un día maravilloso, primavera. El lugar es camino a Colina, una zona muy verde y la fosa roja. Bien impresionante. Cuando enterramos a mi papá leí un poema que aludía a eso, era grato conectarse con ese último momento donde estaba rodeado de tanta vida, de tanta belleza. Además que murió tan orgulloso, y eso es tranquilizador finalmente. Él estaba preparado, seguramente las preparaciones que recibió en Cuba tuvieron que ver con eso también.
Yo creo que con eso no cerré, cuando cerré mejor fue la primera vez, en el primer entierro, creo que había logrado cerrar bien y me sentía liberado, pero hoy día me afecta quizás porque estoy un poco más viejo también. Esto me pasa casi a los 40 años, entonces el cuerpo y la cabeza asimilan distinto, pero evidentemente que me siento afectado por mi historia. Acá me siento cómodo, me siento tranquilo, siento que me conecto un poco con él. Me paseo, lo veo entre medio de las fotos, lo miro, hasta me dan ganas de hablarle. Lo que yo procuro es tratar de no transmitir el daño a mis hijos, ser un poco más objetivo, más frío. La mayor se afectó con todo esto, vivió cuando se descubrió que no era, que no coincidía el cuerpo, y después vivió el otro entierro. Lo vivió muy fuerte y yo creo que fue muy importante para ella. Yo creo que es muy difícil sanarse, hay estudios que hablan de varias generaciones.

 Relatado por Máximo Corvalán-Pincheira, hijo de Ricardo Pincheira.