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El duelo de la desaparición
Esta es la historia de su vida personal, yo recuerdo muy poco, pero lo único que dije fue hablar de mi hermano desde que nació, y cuando salí de ahí dije que tengo que ser agradecida de la vida, “No entiendo por qué llevo a mi hermano en hojas cuando hubiera querido tocar algo”, y lloré, lloré, lloré. Caminé desde la Alameda al cerro Santa Lucía, dándome cuenta de que me he cuestionado muchas cosas. No sé si valió o no la pena la lucha porque en este instante te podría evaluar que yo percibo que los hijos de mis hijos van a vivir otra revolución, que van a luchar, y habrá otras víctimas, y otros que van a soñar y morir. Entonces, es un privilegio que mi hermano sea parte de la historia de la humanidad, será así de chiquitita, pero también fue como un Mío Cid, un soldado.
El 2006 yo fui a Europa a conocer a la familia Vercelotti y les conté la historia de Jorge, fui al Louvre y decidí ir a la Mesopotamia, donde vi las luchas, siempre asociándolas con Jorge, como una manera de revalorar, de buscarle un sentido. Después fuimos al cementerio a ver el tremendo monumento de los detenidos desaparecidos y cuando veo, encontré una paz tan grande, que nos llevaban años luz en el proceso y pensé “Qué atrás que estamos”. Nadie nos entiende y estamos otra vez solos, porque se supone que esto ya pasó y está procesado. Sin ser una familia de pobreza extrema, conocí a amigos de Jorge que están en la lucha, conocí a sus familias y entiendo que admiraran a Jorge.
No me lo imagino torturado, en las fotografías es horrible. Yo lo reconocí por su cuerpo porque hay un sobrino que es igual. Sin que me dieran nombre, vi a mi hermano que siendo tan pudoroso, pausado, tranquilo, opuesto a mí… Si alguien tiene que haber sido revolucionario esa debiera haber sido yo, Jorge era más bien retraído. Yo tengo que estar contenida, pero estoy consciente de que soy gritona, ansiosa, me enojo con facilidad, me doy cuenta que cambió mucho mi personalidad, yo dejé de trabajar, cerré mi jardín infantil, porque no pude, no puedo cantar, no. Ahora tejo, hago cualquier cosa, me dediqué a cuidar a mi mamá, de repente me da rabia mi mamá, es el proceso en que se está poniendo viejita y tengo una culpa espantosa. Estoy haciendo todos los trámites porque mi mamá está recibiendo la pensión de Jorge en Argentina que se demoran tanto y no lo podemos apurar. Me pregunto si Jorge vino obligado para acá. Los mandaron a la muerte, porque entraron seis y murieron todos, en grupos de a dos.
Relatado por Celia Vercelotti, hermana de Jorge Vercelotti.